Hola, ¿te
acuerdas de mí?
Soy un aula
vacía, un asiento frío,
un lápiz que
no escribe.
Soy un folio
en blanco
que hoy ha
dicho que no quiere ser pintado.
Un habitáculo
oscuro, sin luz ni guía;
Perdido hace
ya tanto tiempo
que no quiere
ser encontrado.
Ni las risas
que se dejaron atrás,
ni los
lamentos que vendrán.
Hoy la
melancolía reina en cada esquina
y quiere decir
que desde las nubes,
la realidad se
ve oscurecida por los rayos de la tormenta.
El polvo de la
tiza hipnotiza los ojos que, queriendo ver algo,
no ven nada.
A quién,
queriendo hacer algo,
se queda
parado, clavados en el suelo.
Atornillando
sus sueños a la corriente
de un río que
no fluye.
¿Sabes qué me
gustaría oír?
El sonido de
la lluvia que arrulla los silencios
de las gotas
que impactan en mi ventana.
Pero hoy hace
sol. Brilla.
Tan
resplandeciente que abrasa las pupilas,
derritiendo
los colores.
Hola,
melancolía.
Hacía tiempo
que no te dejabas caer por aquí.
Y,
sinceramente, estaba mejor sin ti.
Tus maletas
están en la puerta,
puedes irte
cuando quieras.
Y por eso, no
entiendo –ni quiero hacerlo-
porqué sigues
aun aquí.
Tantos
altibajos se cuelan en mi memoria
que la
experiencia me trata de usted.
Una vez más el
“te lo dije”
se vuelve a
colar en el ambiente.
Hola
melancolía, sé bienvenida.
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