domingo, 23 de septiembre de 2012

Oda a un lunes madrugador y a unas vacaciones muertas.

Después de unas largas vacaciones toca el siempre recurrido cliché de odiar los lunes.
¿Qué son los lunes?
No son nada más que vestigios de un domingo que no queremos que acabe. O de un martes que queremos que llegue con una rapidez igualable a la de la velocidad de la luz.
Un lunes es un comienzo. Pero un lunes también es un final y a nadie le gustan los finales, sobre todo si implica tener que abandonar los dulces sueños de tu almohada para ser arrastrados al frío y desolador panorama nacional de las "horas punta", los atascos y la polución. Eso es. El lunes es polución. Contaminación de aquel maravilloso tiempo llamado fin de semana.
Pero es aun peor cuando ese lunes representa la vuelta a las obligaciones. Adiós playa, adiós ríos, adiós sol. Hola deprimente silla y mesa gris, hola oficina aburrida en la cual solo soy tratado con un simple número a esperas de cotizar, consumir, producir y no-vivir.
Y es por eso que en estos tiempos tan grises, azules, opacos, húmedos y eternamente pobres lo único que podemos hacer es apuntar por la resignación y los buenos consejos. Mi resignación la guardo para cuando suene el despertador a las 7 de la mañana y mi consejo se titula "En caso de tormenta" y reza así:
"En serio señores, deberíais cambiar la jeta esa que tenéis por la mañana y sonreír un poquito, dar los buenos días en vez de gruñir porque el café está caliente, dar besos en vez de golpes con el coche, escuchar música en vez de esta mierda de noticias que tenemos, comer chocolate en vez de "no gracias, estoy a dieta"... Porque lo de ser perfectos prototipos de un modelo a imitar se lo dejamos a quien lo aguante."
Feliz regreso al trabajo-estudio-vida normal lejos de las mágicas vacaciones a todos. ¡Sonreíd!
Pd: Os dejo algo para que no se os haga tan dura dicho regreso... "I don't like Mondays... Tell me why?"