miércoles, 12 de diciembre de 2012

Pezojo

Nunca he tenido una mascota. Creo que la gente temía dejar una vida en mis manos, pues la mía propia peligraba sin ningún tipo de supervisión. Pero yo era de la idea de que una mascota aporta responsabilidad. Así que, y visto mis intentos frustados de conseguir compañía animal, decidí crear mi propia mascota: pezojo.
Aquí vemos a pezojo en sus mejores momentos.
Pezojo es mitad pez, mitad ojo. Y es punky.
Él - o ella, no sé- puede vivir perfectamente bajo el agua. Sus pestañas-cresta-punky hacen a la vez de aletas, con las que explora el psicodélico fondo marino.
Cuando pezojo se enfada se vuelve más ojo que pez y así, no le puedo distinguir. Huye, se esconde, me odia seguro porque se me olvidó darle de comer. ¿Que qué come pezojo? Se alimenta de los suspiros que se me escapan, que no logro contener y que contaminan el aire que ambos respiramos. Porque sí, pezojo respira aire, pero dice que a veces está muy viciado y tiene un cierto olor a lágrimas saladas. Y pezojo sabe por quién son. 
Pezojo es cambiante, volátil, etéreo pero a la vez es real, todo lo real que se puede plasmar en un pedazo de papel.
La casa de pezojo está hecha de burbujas formadas con las notas de cualquier canción que entone un buen rock. Se duerme mienrtas le canto o le leo. Entonces yo le dibujo.
El momento favorito de pezojo es ese, sí justo ese. Aquel en que puede ser él -o ella, no sé-, que me lo ha dicho a mí. Ese momento previo al amanecer.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Caricias a deshora

Huyeron de la desesperación, del menosprecio y del dolor.
Sin mirar a atrás se encaminarion hacia un nuevo resplandor.
Perdiendo, así, por el camino todo el miedo abigarrado, desolado, en el corazón.
Y se fundieron con el brillo de un nuevo sol.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Canciones que suenan

Cierra los ojos y escucha lo que sientes.
Sientes que te ahogas porque vas a perder el autobús, vas a llegar tarde a clase. Mierda, broncas, decepciones. Ahora, te ahogas porque todo va mal. Las palabras se agolpan en la cabeza, los sentimientos aprietan y la comida se quema. Los recuerdos buenos, malos, neutrales, apesadumbrados, negativos se vuelven negros. Te ahogas porque sientes que no pueden respirar entre tanta sobredosis humana...
Para todos aquellos momentos en los que la vida nos sobrepasa, yo propongo una solución "descongestiva". Y es escuchar canciones, pero no cualquiera si no canciones que suenan.
Y os preguntaréis qué es esto. Pues bien cuando tienes la cabeza a punto de explotar y necesitas una vía de escape, este tipo de canciones comienzan a llenarte cada rincón del cerebro con sus notas, con cada vibración, cada silencio, cada golpe... Desde tus oídos filtran una extraña calma que te hace desconectar de todo para que solo la música fluya a través de tus venas y va a travesando obstáculos, huesos, venas, capas y capas viscosas hasta llegar al corazón. Tiene un efecto reparador en las personas. Directamente dejas de pensar y eres solo música.
Cada persona tiene una lista diferente de canciones que suenan, que te abstraen del problemático mundo hacia un estado en el que todo da igual.
Aquí está la mía, o por lo menos algunas de ellas...
Know your enemy, Boulevard of broken dreams - Green Day
Smell like a teen spirit - Nirvana
Help! - The Beatles
Losing my religion - REM
The rose - Janis Joplin
Anarchy in the UK - Sex Pistols
Back in black, You shoot me all night long  - AC/DC
Smoke on the water - Deep Purple
Coming back to life, The dark side of the moon - Pink Flyod
I love rock'n roll - Joan Jett
I can see for miles, We won't get fooled again, Baba O'Riley, Who are you - The Who
Y por último, la más reparadora de todas...

viernes, 16 de noviembre de 2012

Cada rincón de tu cama tenía un hueco para mí.

MONÓLOGO INTERIOR. Arrancamos, andando sola, acompañada de mí misma. Se oye una voz de fondo, un grito ajeno que sabe cómo hacerse eco entre mis susurros. Y sin quererlo yo lo escucho, que es como escucharte a ti porque nunca desapareciste del todo:
- Ir por la calle e ignorar el fatídico hecho de que alguien se llame como tú. No como yo, si no como tú. "Y yo te diría, no sé, que las cosas van a marchar bien" pero tanto Ismael Serrano como yo, sabemos que es mentira. Y pasar por los mismos bares en los que antes fuimos alguien... No es por agobiar, ¿eh? pero eso era antes. Antes de que el aire tornara el rumbo y nos llevase tan lejos que ni siquiera el olvido pudiera separarnos. Y esperar eternamente allí donde sé que volverás o renunciarás antes de intentarlo, como siempre me pareció. La cobardía y la pereza; tu crimen y mi castigo; Dostoievski pasado por agua y tal vez, un saludo caducado, hastiado, casi petrificado en un amago de sonrisa; perdido en un tiempo que nunca llegará. Solo aquella noche, solo con aquellas luces naranjas.
Porque esa noche también había llovido y yo me perdí en un improvisado despertar. En un momento ecléctico-eléctrico en el que todo pareció cobrar sentido de nuevo, desperté. Y tú decidiste entonces desaparecer de nuevo. Dormir sin avisar, como habías hecho siempre. Debió cogerme sobre aviso -como esas tantas veces en las que también decidiste desaparecer...- pero yo fingí sorpresa. Como si no supiera lo que iba a pasar ahora. Y si tú habías decidido tirar la toalla, no fue culpa mía (que tampoco tuya) pero no puedo nadar en contra de la corriente de las decisiones. Porque tú eres y no dejas de ser, porque estás y no, a la vez.
Ays. Al final siempre acabo hablando de ti.
Escéptico me parece todo esto. Sin remedio y con dolor.
FIN DEL MONÓLOGO INTERIOR. Tomo las llaves de casa y abro la puerta. Pero puede que esta noche tú la pases fuera.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Y hoy, tu voz.(Melancolía)


Hola, ¿te acuerdas de mí?
Soy un aula vacía, un asiento frío,
un lápiz que no escribe.
Soy un folio en blanco
que hoy ha dicho que no quiere ser pintado.
Un habitáculo oscuro, sin luz ni guía;
Perdido hace ya tanto tiempo
que no quiere ser encontrado.
Ni las risas que se dejaron atrás,
ni los lamentos que vendrán.
Hoy la melancolía reina en cada esquina
y quiere decir que desde las nubes,
la realidad se ve oscurecida por los rayos de la tormenta.
El polvo de la tiza hipnotiza los ojos que, queriendo ver algo,
no ven nada.
A quién, queriendo hacer algo,
se queda parado, clavados en el suelo.
Atornillando sus sueños a la corriente
de un río que no fluye.
¿Sabes qué me gustaría oír?
El sonido de la lluvia que arrulla los silencios
de las gotas que  impactan en mi ventana.
Pero hoy hace sol. Brilla.
Tan resplandeciente que abrasa las pupilas,
derritiendo los colores.
Hola, melancolía.
Hacía tiempo que no te dejabas caer por aquí.
Y, sinceramente, estaba mejor sin ti.
Tus maletas están en la puerta,
puedes irte cuando quieras.
Y por eso, no entiendo –ni quiero hacerlo-
porqué sigues aun aquí.
Tantos altibajos se cuelan en mi memoria
que la experiencia me trata de usted.
Una vez más el “te lo dije”
se vuelve a colar en el ambiente.
Hola melancolía, sé bienvenida.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Are you ready?

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Pasado.

Hola.
Me gusta cuando te despeinas, cuando me despeinas. Cuando tus manos peinan tu pelo de aquella maera tan desordenada. En realidad, me gusta el caos que te envuelve.
Cuando sonríes, solo un poco, tus ojos se cierran, se esconden. Me gusta cuando pones esa cara de niño bueno, con los ojos brillantes y la boca un poco abierta.
Me gusta ver mis dibujos en tu habitación.
Me gusta cuando me miras, me sacas la lengua y te fijas en mí.
Cuando miro para arriba, dos cabezas por encima, cuatro filas todo recto y te veo allí con cara de "me aburro", haciendo quién sabe qué.
Cuando estás concentrado en tu mundo, te miro y me ves; me sonríes. Y me gusta.
Me gustas, miau...


Aquí solo se escribe cuando llueve.

Autobús a 0,70€

Paraguas. Frío. Lluvia. Y mi cordón desatado.
En un universo paralelo en el que los autobuses tienen un hueco para mí, creo que puedo llegar hasta otro lugar no tan gélido, no tan húmedo, no tan hundido, no tan desquiciado.
Y vago sonámbula entre los autobuses que me roban la vida buscando ese utópico lugar que nunca llega. "Tal vez, la siguiente parada" me digo, pero el (maldito) autobús nunca para, nunca se detiene; nunca cesa el traqueteo involuntario al ritmo de los desperfectos de una carretera que yo sé que no conduce a ningún lugar mejor.
En los resquicios de una clase interminable, veo volar a los pájaros tras la tenue luz de una ventana trémula mezclada con una sinuosa cortina de lluvia. Y pienso en ser como aquellos pájaros, que contrastan su negro carbón frente al gris ceniciento de unas nubes desechables, tristes, evaporables. 
Esos pájaros que parecen manchas volátiles no están sujetos a ningún tipo de atadura, como el horario retrasado de un autobús oxidado y con los achaques típicos de la edad. Pueden viajar a alguna costa lejana -quizás imaginaria- allá donde yo nunca podré llegar con este destartalado autobús que retrocede en el tiempo y me despoja de mi intimidad.
Y mientras pasa la -s aspirada de Colombia veo más lejos mi marcha hacia esas costas -no digo que sean soleadas pero sí cálidas- en las que, al menos, pueda escuchar mis propios pensamientos.
Ya, solo a través del polimorfismo, me doy cuenta de que viviré etéreamente atrapada en un autobús a 0,70€ el billete, dentro de un barullo atronador que me obliga a desconectar. Y desde sus ventanas empañadas por el frío, veré bailar a esos pajarillos, burlándose de mí porque yo nunca tendré alas.
Una imagen difuminada a través de la intrepidante carrera de las pequeñas gotas de lluvia, que caen ávidas por el cristal; eso seré yo.
Con esta perspectiva tan desalentadora, me quedo, envidiando la calidez del aleteo de los pájaros mientras que a mi alrededor se instala el cero absoluto en el radiador.
El más puro frío mezclado con la calidez de un aleteo. Mi utopía.
 
"And accept it that soon you'll be drenched to the bone. If your time to you is worth savin'
Then you better start swimmin' or you'll sink like a stone
...For the times they are a-changin' "

miércoles, 24 de octubre de 2012

"Bienmal" Un estado temporal de fatalismo

Cuando creces te das cuenta de que el sexo no es sustituto del amor, que desfasarse no significa diversión, que sonreír no implica ser feliz y que un día lluvioso nunca puede ser cálido.
Y lo peor es cuando no tienes amor, no tienes diversión, no tienes alegría y no tienes calidez. Y, sobre todo, cuando no sabes dónde encontrarla.
Y esa búsqueda se hace tan tediosa, tan monótona, tan predecible en todos sus altibajos que llega un momento en el que dejas de buscar. Y sólo te queda ver pasar un día tras otro sumido en la más fastuosa rutina, hasta que, al final, eso que había en ti se extingue, se apaga temporalmente y no da señales de vida.
Y ya no solo tienes que buscar amor, diversión, alegría y calidez sino que también tienes que buscar ese "algo" perdido que accione tu mecanismo interno de nuevo y te haga volver a sentir.
Todavía no hay testimonios registrados que auguren el éxito de esta empresa. Por ello, guardamos un poco de pesimismo para los días lluviosos.
Yo lo llamo "bienmal".
  • ¿Y qué es bienmal?
Bienmal es ese estado temporal en el que decides vivir en un pasotismo ilustrado, impasible ante todo lo que te rodea. Esperando. Constantemente en espera. Esperando a lo que tenga que pasar. Yo lo resumiría como un estado temporal de fatalismo. No es negro, es gris. Diversos matices de gris, pero gris a fin de cuentas.
  • ¿Por qué bienmal?
Está compuesto por dos términos claramente antagonistas. Bien. Una parte de ti está bien -a no ser que tengas alguna dolencia física, si no ¿sería "malmal"?- está estable. Mal. Pero está mal, porque si estuviera bien no estaría bienmal.
Bienmal es la dualidad que acompaña a una carencia infinita y concentrada de empatía, motivación, bipolaridad emocional, euforia, temor, pasión, optimismo y pesimismo. Es ese estadio intermedio entre la sugestión de la razón y la volubilidad de la emoción.
  • ¿Cómo sabes si estás bienmal?
Cuando todo te parece igual. Cuando todo el gris de las nubes lluviosas se cuela en tu habitación. Cuando careces de motivación. Cuando ni eres tú, ni soy yo, ni son los otros. Si no sabes qué te pasa que no soportas estás ni contigo mismo, estás bienmal.
  • ¿Cuándo se manifiesta el estado bienmal?
Principalmente es los días lluviosos. Aquellos oscuros días en los que parece que las nubes te absorben todas las fuerzas y te dejan exhausto. Días en los que solo oyes el rotundo retumbar de las gotas de lluvia contra el cristal y, en la oscuridad, los rayos y relámpagos iluminan terroríficamente cada centrímetro.
Es algo intermitente. No se está "bienmal" todos los días, porque no todos lo días llueve. Tampoco es que el "bienmal" esté asociado con la lluvia pero, generalmente, se da cuando esta aparece. También hay días soleados en los que el "bienmal" está más presente que nunca. Todo depende de las circunstancias espacio-personales-temporales de cada sujeto.
  • ¿Cómo salir de este estado bienmal?
Esto no es como la droga. Aquí se sale cuando uno deja de estar bienmal. Puede durar una hora, dos días o un mes. Es muy inexacto. Depende de si lo que hay a tu alrededor te incita a estar bien o a estar mal. Y entonces el fatalismo va desapareciendo.
¿Cómo? No lo sé. Es un cambio de percepción ante tu punto de vista de tu entorno.
Yo solo sé, que mientras veo estas nubes que descargan su frustración en el asfalto, húmedo hace mucho tiempo, pienso en la posible solución. Pero por otra parte, no quiero buscarla pues sé que tarde o temprano volveré a caer. Quizás haya que buscar aquello que nos haga explotar, que haga desaparecer las nubes bajo un tímido rayito de sol.
Ante todo hay que ir acumulando esas dosis perdidas de chispa que se van perdiendo, de la mano de las desgracias.
Necesitaremos un buen paraguas si no deja de llover...

O podemos atrapar la carta Lluvia como Sakura...


domingo, 23 de septiembre de 2012

Oda a un lunes madrugador y a unas vacaciones muertas.

Después de unas largas vacaciones toca el siempre recurrido cliché de odiar los lunes.
¿Qué son los lunes?
No son nada más que vestigios de un domingo que no queremos que acabe. O de un martes que queremos que llegue con una rapidez igualable a la de la velocidad de la luz.
Un lunes es un comienzo. Pero un lunes también es un final y a nadie le gustan los finales, sobre todo si implica tener que abandonar los dulces sueños de tu almohada para ser arrastrados al frío y desolador panorama nacional de las "horas punta", los atascos y la polución. Eso es. El lunes es polución. Contaminación de aquel maravilloso tiempo llamado fin de semana.
Pero es aun peor cuando ese lunes representa la vuelta a las obligaciones. Adiós playa, adiós ríos, adiós sol. Hola deprimente silla y mesa gris, hola oficina aburrida en la cual solo soy tratado con un simple número a esperas de cotizar, consumir, producir y no-vivir.
Y es por eso que en estos tiempos tan grises, azules, opacos, húmedos y eternamente pobres lo único que podemos hacer es apuntar por la resignación y los buenos consejos. Mi resignación la guardo para cuando suene el despertador a las 7 de la mañana y mi consejo se titula "En caso de tormenta" y reza así:
"En serio señores, deberíais cambiar la jeta esa que tenéis por la mañana y sonreír un poquito, dar los buenos días en vez de gruñir porque el café está caliente, dar besos en vez de golpes con el coche, escuchar música en vez de esta mierda de noticias que tenemos, comer chocolate en vez de "no gracias, estoy a dieta"... Porque lo de ser perfectos prototipos de un modelo a imitar se lo dejamos a quien lo aguante."
Feliz regreso al trabajo-estudio-vida normal lejos de las mágicas vacaciones a todos. ¡Sonreíd!
Pd: Os dejo algo para que no se os haga tan dura dicho regreso... "I don't like Mondays... Tell me why?"


domingo, 3 de junio de 2012

Una y cuarto de la madrugada

Me pican mucho los ojos para dormir. Este ataque agudo de alergia me está matando. Como tú. Lo que me hace recordar, cada vez con menos nitidez -casi como un borrón difuso, una mancha opaca... Nada tiene que ver... Veamos, pues, hacia qué rincón de mi memoria me llevará el desvelo esta vez... Oh, este fue uno especialmente feliz.
El día que mejor lo pasé fue cuando jugamos a contar los lunares de mi cuerpo.
Según tú había uno en forma de estrella, otro en forma de sol, incluso, uno en forma de balón de fútbol. Tú y tu insana obsesión.
Solías decir que el que más te gustaba era el que tenía en la comisura derecha del labio pues siempre tenía escondido un beso.
Buscamos y cuando ya no encontramos más, borramos la memoria y volvimos a empezar. Así lo hacíamos más divertido.
Ese día que mejor lo pase cocinaste para mí. Todavía en pijama, amanecimos cuando nos sentimos dueños del tiempo y rompimos el despertador. Cocinaste un par de canciones en la freidora y quedaron tal mal que tuvimos que llamar al chino. Seguíamos en pijama. El mío era de lo más infantil, el tuyo un pantalón que no dejaba nada a la imaginación.
Ese día, durmimos juntos y a deshora y, al contrario de lo que muchos piensan, uno a cada lado de la cama; iniciando una guerra secreta de miradas, que casi en la penunbra, no sabíamos quién iba a ganar. Quizás ganaste tú, pero solo porque te dejé.
Cuando el sol comenzó a descender despertamos de nuevo y puede que sin pijama. Tú me ordenaste, casi me rogaste en un desesperado arrebato, que no me fuera nunca. Mi respuesta fue confusa.
Cogí mis cosas y me fui.
Y cual fue mi sospresa -no tanto, creo- cuando, a los cinco minutos, ya te tenía recorriendo conmigo de la mano las imaginables calles de París.

domingo, 27 de mayo de 2012

Palabras para Carmen

Cinco palabras para...

- Un beso: Acordes de primavera en invierno. Pelea de labios contra lenguas. Búsqueda extensa en tu boca. Tu saliva en mi saliva. Dulces gérmenes húmedos y rugosos.
- Un te quiero: Trágica mentira teñida de sentimiento.
- El amor: camino intermedio entre nerviosismo y decepción.
- Un asesinato: Juicio de valor a punta de pistola. Tener prejuicios jugando a Dios.
- Una pelea: Tensión inaguantable carente de razón. Verdad irremediablemente dura y aliviadora.
- Un te odio: Lo que ahora nos separa.
- Rock'n Roll: Estilo de vida al máximo volumen.
- Las clases: Lunes, martes, miércoles, jueves, viernes.
- El fin de semana: Sexo, drogas y Rock'n Roll.
- La simplicidad: Folios en blanco, bolígrafo y Cocacola
- Él: Rebelde sin causa.
- Ella: Rebelde con causa y sentimiento.
- El Terror: 46 llamadas perdidas de "Mamá"
- Un cura: Consejero no practicante.
- Un coche: Aire fresco a 140 Km/h
- Las amigas: Tu reflejo en su mirada.
- Las uñas de colores: Deja volar tu imaginación.
- Un libro: Nuevo mundo a cada página.
- Tu canción favorita: Evasión de todos los sentidos.
- Dibujar: Nuevo mundo en cada trazo.

 Momento más corto, momento feliz.

"Aquel momento fue una guerra fría entre sus labios y los míos, inundados de velocidad, agitados de pasión, vulnerables a la soledad de la distancia que minutos antes los separaba y dueños del tiempo que hizo breve lo eterno, mortal lo inmortal, real lo etéreo y con previsiones de futuro para volver a encontrarse y no separarse nunca más."

Menú con la "a"

- Patatas asadas a la calabaza asada
- Gafas aladas rachadas para Ana
- Más patatas bravas a la SalsaFantaNaranja aclarada
- Alas a la salsa de Ananas
- Naranjas, manzanas baratas amalgamadas a la nata mantada.

Arrogancia y jarra de cristal

No sabía hasta dónde podría llegar su arrogancia. Se bajó del coche, airado con gesto furioso  y la mandíbula apretada. Gritando a los cuatro vientos, primero y farfullando por lo bajo, después, lo encontré agachado ante la rueda delantera contemplando el destrozo de su coche. Mi pequeña bicicleta no podía haber dañado mucho su absurda carrocería cara, brillante y metalizada.
Él me miró, confundido. Quizás no esperaba volver a verme. Yo a él, tampoco. Su mirada gélida, casi hiriente, me traspasó por completo. Me acusó, me importunó, me intimidó, me asombró. Era la segunda vez que me lo encontraba ese día y no podía evitar contemplarlo mientras me hablaba, culpándome del destrozo de su coche. Era alto, caso desgarbado. Tenía la piel pálida y parecía suave. Su cara era armoniosa: sus ojos azules oscuros, como la profundidad del mar, reflejaban un atisbo de amargura y podrían llegar a ser hermosos si no fuera por su estúpido ceño fruncido. Siempre fruncía el ceño. Su pelo era negro como la tinta china. Estaba enmarañado, lo cual no concordaba con su traje, perfectamente acoplado a su cuerpo.
Me metió de un tirón en el coche, que afortunadamente seguía funcionado, y volvió a llevarme a su oficina.
Puede que fuera un terrible ataque hacia mí misma, pues estaba en manos de un perfecto desconocido, pero me dejé llevar. Su voz seguía hablándome, insultándome por momentos, susurrándome cosas que no valían la pena escuchar.
Temblaba - él, no yo-, sacudía las manos, la cabeza. Una, dos veces. Volteaba con fuerza el volante. Los nudillos blancos, se clavaban en él.
El tráfico estaba totalmente despejado y llegamos en menos de diez minutos a lo que reconocí como su oficina.
Volvía a recorrer esos pasillos llenos de abogados. No sabía que la denuncia que me habían puesto por escándalo público y obstrucción de la justicia me serviría para conocer a este huraño personaje.
Él me habló profesionalmente sobre el parte y el seguro del coche. Me ofreció un poco de agua de una jarra de cristal. La ignoré, dejándola él otra vez encima de la mesa. Casi con burla me levanté y lo besé con travesura. Acto seguido, me fui. Ya tendría noticias de mi abogado.
Traspasé la puerta y me giré para mirarlo por última vez. Él estaba anonadado y la jarra seguía sobre la mesa.

sábado, 26 de mayo de 2012

Tenía mucho que decir...

-Rocker profesional-
Empecemos por el principio. Cuando decidí descargar toda mi euforia sobre ti. Cuando decidí que era mejor que la realidad, surfear a través de las olas de la inconsciencia.
Al tiempo que veía que podría aferrarme al suave mar sin caer en lo profundo, suspiraba sintiendo el tibio atardecer dorar mis brazos, lento, sin prisa.
Después decidí que estaría mejor en un lugar menos cálido, más arriesgado. Podría ser extremadamente confortable o podría caer empicado. Y me fui trepando de árbol en árbol, columpiándome en lianas de telarañas y monos verdes hasta tus labios. Permanecimos un tiempo unidos. Nos llovió el tiempo para poder hacer todo lo que queríamos: queríamos inventar una historia y lo hicimos, queríamos vivir al límite de todo y lo hicimos, queríamos perder la inocencia a cada paso y lo hicimos... Pero también queríamos conducir en direcciones opuestas y nos vimos obligados a hacerlo. A veces, los baches nos llevaban a cruzarnos en el camino.
Pasados los días, decidí tener frió y viajé a la nieve. Vivía en un iglú. Estaba tan ocupada en no morir de frío que era imposible pensar en nada más. Y eso te incluía a ti. Y eso me incluía a mí. Mi mente, como mi iglú, era un espacio hosco y blanco. No cabía nada, tampoco hacía falta. El frío me hacía bien. Ya no podía llorar o las lágrimas calientes derretirían mi refuigio. No podía acordarme de las lianas de tus labios, pues no sabía pescar peces...
Al decidir acabada mi fría recuperación, cogí mis maletas y me encaminé hacia un nuevo destino: el desierto. El primer día los leones quisieron comerme; el segundo, me hice amiga de unos elefantes. Al tercer día adopté como mascota a un suricato. Para la tercera semana que estuve allí, ya me habían picado todo tipo de bichos... pero ni rastro de ti.
Ahora, me encuentro sin rumbo y con altas perspectivas de volver a tropezarme en tu camino.

Anarquía en el corazón

Rebeldía. Anarquía en el corazón. Huelga de sentimientos. ¿Traspaso de poderes? Ausencia del poder-Estado de la Razón. Predominio de la emoción. Eso es anarquía en el corazón. Adiós neuronas, hola incongruencias.
Mi vida fase a fase. Elogio a la rutina y vuelta a empezar.

PEQUEÑA UTÓPICA

La vida da muchas vueltas, pero yo prefiero un camino más corto. Elijas el camino que elijas no hay camino fácil y plenamente placentero, espero que seas consciente de ello. Y de repente todo empieza a dar mil vueltas en mi cabeza, sin parar de girar y girar y girar y girar y girar...

DIVA FATALISTA
  • Fase gilipoyas de la vida. Descargar adrenalina en vez de descargar series. Saltar al vacío y sin cuerdas. Conducir a más de 180. Hablar sola por la calle.
  • Fase apática de la vida. A partir de hoy, todo me da igual. Es insustancial. No hay nada bueno o malo, todo es producto de tu interpretación. Ni soy tu segundo plato, ni tú mi quinto cubata.
  • Fase bipolar. Curioso, muy curioso... ¿se podrá superar? Negociando con mis sentimientos. En el fondo, sé que quiero tenerte cerca. Bueno, no quiero tenerte cerca en un radio de un universo entero. Que te trague un agujero negro... Pero, llámame. Sólo para ver que has llegado. 
  • Fase inmutable. El universo no nos da nada que no podamos soportar
DESTROYER
 
Tú contigo y yo con todos. Sin saber lo que nos estamos haciendo. Tal vez sea lo mejor... No, es lo mejor. Pasó hace tantos soles y solo las lunas me han visto llorar... Y reír... Y volar. Remendando los jirones en una cama de motel de carretera. De música de fondo la canción más cutre que se pueda imaginar.
Fingimos ser los perfectos desconocidos para no hacernos más daño.

Y aquí, queda todo claro, querido desconocido, que no tuviste que dejar de mirarme tan intensamente cuando nos cruzamos en el metro. Nuestra historia pasó tan rápido que un solo pestañeo logró acabar con ella. Fugacidad de la vida. Tempus fugit en el corazón. Anarquía en el corazón. Rebeldía.

martes, 22 de mayo de 2012

El valor de las palabras.

¿Qué son las palabras?
Son briznas de aire, copos de nieve, hojas arrancadas de una margarita, el último trozo de chocolate.
Una palabra no es nada.
Una sucesión de sonidos a la que le asociamos un significado y un millón de ideas.
Una palabra, un arma. ¿Qué te hace más daño de las dos? Un arma te hiere y como te mate "t'a matao". Pero una palabra -o la ausencia de ellas- te mata por dentro.
Quizás lo único que esperamos sea la palabra adecuada. Una palabra que nos haga respirar. Soltar el aire de los pulmones y... nada más.
 Pero incluso "esperar" es esperar ya mucho de nada...

Momento infinito, tremendamente finito

Fue en diciembre, quizás. Con un poquito de eme nos acostumbramos a ir tirando.
Eran esbozos de desagüe. Una hoja marrón se deshacía entre los resquicios del invierno. Y los cabellos al viento. Y la falda volaba al compás de la lluvia. Y yo estaba ahí, intentando tocar tu puerta, pero el valor no llegaba. Y, créeme, ojalá nunca hubiera llegado. ¿Habría salido corriendo, desandando el camino? Sí, hubiera sido lo mejor.
Y, en este mismo "soy yo, mundo" medimos la luna en copas, a la vez que la nieve se extiende sobre Dublín.
Tumbarse en la cama y esperar a que el sueño venga. Con mono. Altas dosis de droga personal que hace tiempo se acabó. Poco a poco va perdiendo el sabor... ¿Quién llegará antes? ¿El sueño o tú? Apostemos...
Volver al punto de partida, al año cero, al momento previo al amanecer y sumida en la inconsciencia -bendita inocencia- dejar fluír el rumbo de mis pensamientos, que siempre desemboca en ti, me hace sentir vulnerable.