Aunque tú no lo sepas
he soñado que estabas.
Subastaste mis labios
y perdiste la calma.
Disfrazabas madrugadas
de noches en blanco y negro
con olor a marea
y en la ventana, solo invierno.
Aunque tú no lo sepas
me acostumbré a tu espalda,
ese hueco vacío
donde el mar está en calma.
Y aunque tú no lo sepas
he querido tocarte
como lo hacen las almas:
sin razón, con calor,
para que no te vayas.
Para que al despertar
mis manos sigan calientes
y tu pecho sea mi almohada.
Para que al despertar,
nunca llegue mañana.
María, 13/10/2016
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