“Que la vida iba en serio/ uno lo empieza a comprender más tarde”,
escribía Gil de Biedma.
No, una se da cuenta al final pero no del camino si no de cada etapa. Al
cerrar otro episodio y perder la vista atrás en cada recóndito lugar de la
memoria.
La vida siempre ha ido en serio. “Tendrás amigos, tendrás amor” y
siguiendo a Goytisolo tendremos muchas cosas más. Unos días más, otros menos.
Tendremos risas y llantos, tendremos aventuras y desventuras y miles de
historias que contar, no a los nietos, sino a quién quiera escucharlas.
Tendremos siempre algo que decir, eso es señal de que estamos viviendo, pero
también algo que callar, esto es señal de que estamos todavía en el camino.
Tendremos luces de bohemia y sombras en el viento. Idas y venidas…
Demasiadas y, mal vamos, si no las tenemos. Y descartad la idea de un futuro
planificado.
Pero sobre todo que no nos dé miedo a cerrar etapas. No podemos avanzar
en el camino si nos quedamos siempre en el mismo lugar. Hay que cambiar, hay
que vivir, hay que soñar lo imposible; entonces, solo así, conseguiremos lo
posible.
Hay que tener una dosis de realidad guardada para cuando despegamos los
pies del suelo y perdemos la cabeza. Y confiar en alguien para que sea tu
Pepito Grillo, la voz de tu conciencia cuando la tuya se quede afónica.
Y que siempre quede en nosotros una chispa de curiosidad y rebeldía, una
llama inconformista que nos haga pensar que podemos cambiar el mundo. Porque
podemos. Podemos cambiar nuestro mundo.
Y si alguna vez tropezamos con una, dos, tres…cientas piedras, recuerda
que está permitido caer pero que es obligatorio levantarse. Y si alguna que
otra vez pensamos que no hemos conseguido nada, tan solo hay que mirar las
huellas que hemos dejado en el camino.
Pd: Para Marta. Solo ella lo sabe.
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