10 formas de vivir:
Consejos de una desesperada
Con demonios o sin ellos. A
veces es necesario elegir la opción menos incorrecta. Enfrentarse uno por uno a
esos demonios o aprender a convivir con ellos. Dedicado a… no sé, debería
dedicármelo a mí misma a ver qué pasa.
Forma número uno: No se puede vivir tan apartado del
mundo emocional exterior, cerrarse no es una posibilidad. Aunque en un primer
momento nos sea la mejor opción.
Solución: Busca la llave a ese
candado/cerradura. ¿No hay explosivos plásticos que abren candados y
cerraduras?
Forma número dos: Contención verbal, contingencia
emocional. Solo es una vorágine de sensaciones perfecta y apretadísimamente
ordenadas en una maleta a punto de salir. El más mínimo indicio de movimiento
la hará estallar en mil pedazos y reventar los límites de la solidez de la
conciencia humana. Solución: No llenes tanto la maleta y racionaliza tu dolor.
Expulsarlo en medida estándar no es lo mismo que hacerlo en cantidades
industriales.
Forma número tres: Defensas mentales y leucocitos
anímicos. Suplemento de hierro en vena. ¿No habéis visto nunca ‘Erase una vez
el cuerpo humano’? Alerta roja contra la
capacidad de autodestrucción metafísica.
Solución: una buena dosis de hu(a)mor
negro. Resultados obtenidos hasta el momento… Cero.
Forma número cuatro: Déficit de cariño.
Solución: no
sé, pero vivir rodeada de 80 gatos no entra dentro de mis expectativas.
Forma número cinco: Teorías existenciales a la hora
del desayuno. Nadie sabe hacia dónde vamos ni para qué estamos aquí. La mayoría
de la gente no sabe ni qué va a hacer para comer mañana, así que no es bueno
andar preocupándose de problemas vitales con el estómago vacío.
Solución:
Cómete los problema (con patatas) que tengan solución y los que no, simplemente
hazlos a un lado (como yo con las espinacas). Todo está en la pirámide alimenticia-vital-emocional.
Forma número seis: “Remember to let her into your heart, then you can start to make it
better […] Don't carry the world upon your shoulders” canta ‘Hey, jude’. No
importan las caídas, no importan las presiones, no importan los erros, los
desaciertos, las malas decisiones.
Solución: Levántate, sacúdete el polvo del
camino y vuelve a empezar de nuevo. And again.
Forma número siete: Lugares
peligrosos, terrenos inexplorados. Por donde siempre nos paseamos tú y yo hay cosas que decir. Ese tan
temido “tú y yo”.
Solución: no sé. A veces no saber –o no querer saber- es la
mejor solución. O la única de la que dispongo.
Forma número ocho: Horas, minutos, segundos. El
tiempo es la mejor distancia. El momento exacto en el que te animas y despegas
de los abismos de tu encierro voluntario.
Solución: Tacha los días del
calendario que sonrías porque serán los que más vivas. Esa es una X que todos
deberíamos marcar.
Forma número nueve: Control inútil. Nunca te quedes
inmóvil, quieto, parado, absorto, perdido, vagando entre tus propias
cavilaciones. Rara vez pensar de más ha servido para tomar el control de algo.
Solución: descontrola la situación, sé la parte activa y pasiva de tus propias decisiones.
Forma número diez: Y cuando estés dispuesto a
volver, allí estaré yo. Donde siempre solíamos olvidarnos.
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