sábado, 26 de enero de 2013

Poner un título siempre es difícil


 El Mundo del Revés: Historias de un sinvivir.

Yo ahora vivo en un mundo del revés, donde los relojes viven en el tiempo indefinido del pasado, un pretérito imperfecto sin causa ni efecto.
Donde los bares sirven copas de árboles con ron-cola.
Donde el vértigo vive encima de tu cabeza y no debajo de tus pies.
Un mundo al revés indignado porque ya no lo pasas a ver.
En este mundo al revés hay un Louvre sin Mona Lisa, sin amago de sonrisa, sin expresión gélida en los ojos. Solo un marco, un lienzo sin acuarelas que se funden en el agua.
Sin ladrones de besos en el reverso del andén de la estación.
Sin rompecorazones, sacados de una vieja baraja de pocker ajada e incompleta, que ya no escalan el castillo de naipes hasta donde solían esconder los restos de sus desventuras.
Sin cómplices de un atraco a mano armada entre tu silencio y mi incomprensión, donde aquel policía del corazón decidió encarcelarnos sin fianza, con un juicio rápido en el que pagamos gota a gota los daños y perjuicios a una razón que quedó inválida ante nuestra estupidez de no poder estar juntos, ni separados, ni contigo, ni conmigo. Pero con nadie más.
Sin intermitentes dentro de una rotonda, encerrados en una tormenta de ideas y sin saber cómos salir.
Sin carreteras que no llevan a ninguna parte los domingos.
Sin cara y sin cruz.
Sin alas que ya no lleven más allá de donde queramos ir, de donde podamos existir, de donde no nos atrevamos a volver... Sin alas para no volar.
Sin cerebros embotados, sin cárceles de amor, sin naúfragos con barba ni perros con pulgas. Como un naranja sin amanecer o un tenedor sin cuchillo.
Sin gloria ni dolor.
Sin letras de canciones. Ni madrugadas inminentes.
Sin momentos previos al amanecer.
Este mundo del revés que ya no me deja salir, ni a ti volver a entrar.
Dedicado a... bueno ya sabéis a quién está dedicado.

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