lunes, 23 de abril de 2018

Are you shining just for me?


La vida es como el final de La La Land. Se apagan las luces, se acaba la música, se baja el telón y toca despedirse.
Después de otro día de sol en la ciudad de la estrellas te preguntas si esta encantadora noche seguirá brillando para ti mucho más tiempo.
Si esta vista que compartes ahora es con la persona correcta.
Seguro que sí, piensas. Ellos también lo pensaron y puede que en algún instante preclaro fuera así. Y luego viene esto:
“- ¿Qué pasa con nosotros? – le preguntó Mia viendo que quizás todo lo que había dicho no sentir, sí que lo sentía en realidad.
- Tú te vas y tienes que entregarte por completo a tus sueños – él, Sebastian, siempre había sido así. Arrastrándola como una ola hasta descubrirse a ella misma, con todo lo que implicaba. Esta vez no sería diferente.
-Yo te voy a querer para siempre – susurró Mia.
- Yo también te voy a querer para siempre.”
'Cause all that I need is that crazy feeling.

Y llega el momento de abandonar el teatro vacío y de despedirse. Y yo, con estos pelo de loca y sin saber (o querer) decir adiós. Siempre he tenido problemas de geografía personal*. De estar lejos de las personas.
Nunca sé despedirme de ti, siempre me quedo
con el frío de alguna palabra que no he dicho, 
con un malentendido que temer, 
ese hueco de torpe inexistencia 
que a veces, gota a gota, se convierte 
en desesperación.
Yo frente a tu puerta, blanca. No sé qué más decir pero no me quiero ir. He dicho ya treinta veces “pues me voy a ir”.
Nunca se despedirme de ti, porque no soy 
el viajero que cruza por la gente, 
el que va de aeropuerto en aeropuerto 
o el que mira los coches, en dirección contraria, 
corriendo a la ciudad 
en la que acabas de quedarte. 
Pero aquí sigo, como esperando a que me pidas que no me vaya, ni hoy ni nunca. Que me quede, sea donde sea y que vayamos a cualquier otra parte.
Nunca sé despedirme, porque soy 
un ciego que tantea por el túnel 
de tu mano y tus labios cuando dicen adiós, 
un ciego que tropieza con los malentendidos 
y con esas palabras 
que no saben pronunciar. 
No saben pronunciar “5 minutos más”, “un capítulo más”, “una vida más contigo y ya estaría”. Acercarme, quizás, robarte un beso. No el último, solo uno más.
[…] 
nunca puedo alejarme de todo lo que eres. 
En un hueco de torpe inexistencia, 
me voy de mí 
camino a la nada.
Pero ¿la vida dará tantas vueltas para a ir a cualquier otra parte?


 * Poema "Problemas de geografía personal" de Luis García Montero, Completamente viernes (1998)

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